Por definición los sueños se vuelven realidad, en mi caso los miedos se materializan.
Es sufrir a lo tonto pero es lo afrontable, palpable… lo que hay.
Ya no debo soñar, ¡duele! aunque quiero seguir haciéndolo, me hace sentir tan bien.
Hay momentos en los que quisiera aventar pinceles llenos de color,
otras veces permanecer, gris, en las sombras meditando.
He decidido, cesar hostilidades con «Aquel», lo que llaman tregua…
aunque, como siempre, no estoy seguro que sea recíproco; no estoy seguro si siquiera presta atención.
Necesito paz y seguridad, necesito saber cómo terminará en realidad la historia, si el final será conforme a lo esperado.
Una vez más (y última) sumisión absoluta… me arrodillo… callo…junto mis manos y pregunto:
entonces, hoy, ¿qué has elegido para mí?
(en la serie automatísmos diarios)