“Intermitentemente lo pensé, lo evité, lo deseaba…pétalos tiernos”
A lo lejos te miré, paso a paso, siempre adelante: felicidad, ligereza; carisma y ternura…jovialidad. Así sin más, como acostumbras hacerlo. En mí, como nunca, la indecisión: ¿avanzar?, ¿alcanzarte? o dejarte ir y mirar como te pierdes en la distancia.
“Los impulsos son más poderosos que la razón”
No lo sé, me confundes, me pierdo, desobedezco a la noción del tiempo siempre que te miro.
Fracciones de segundos o minutos tal vez, ¿horas? En traición, mis reflejos fueron más rápidos que mi pensamiento… Flores rojas escondidas. Tuyas; sí, para tí; 4 tulipanes queriendo volar a tus manos y, a la vez, luchando contra mi poca intención de dejarlos salir, de ser entregados.
Y lo hice y no quería; y me acerqué y no quería;,y lo deseaba; y, lentamente te alcancé y estuve detrás de tí, te respiré. Deseaba por dentro haberte confundido con alguien más y a la vez esperando por dentro que fueses tú y me sonrieras y me descubrieras y, al final, me invitaras a compartir tu vida, a ser parte eterna, a saciar mi espera. A ser parte de tí.
“Pasos cortos, alternados, fluyendo a contratenor”
Sorpresivo, inquietante; concidiencia falsa, mentira piadosa, simplemente me atreví…¿lo habrás creído? Ahí estuve frente a tí y sin más que decir, después de no haber dicho nada: sonreí. Sonrisa diluída, temblorosa, puberta; mueca delatora. Intenté ocultar mi nerviosismo y aguardé, y esperé, y deseé, y recé, y finalmente supliqué; y no diste señal, no obtuve ese gesto esperado, el disparo que me hubiera puesto a tus pies; que hubiera encendido el fuego de vida; que hubiera transformado mi catatónia en jovialidad.
“Lo deseaba y me contuve, lo esperaba y no lo logré. No lo pude evitar”
Ahora mueren de sed y de amor, perecen por la falta de tus manos, fallecen por la ausencia de tus caricias. Rojo marchito, anteriormente brillante, gracias a mi estúpido romanticismo.
Minutos atrás, horas o días, ya da igual; esperaba dejarlas a tu alcance, sin más rastro que su color y su aroma, muestra de mis esperanzas y como testigo de mis sueños y deseos. Huí cobardemente o, si acaso, valientemente desaparecí. Y corrí con mis flores en la mano y las lagrimas en los ojos y… a lo lejos te miré caminando, como sólo tu sueles hacerlo… y volví a dudar y finalmente escapé.
(en la serie automatismos diarios)