(Microcuento 1)
Te abracé como tantas veces lo hice y como otras que ya no serán. Arrodillado, por tu altura y ante mi suplicio. Es tu partida mi sentir en pérdida, mi necesidad de tí cada mañana. Ahora estás lejano pero presente en mi alma, te extraño ya, y desde ayer, y desde antes de que adiós digas con tu infantil mano, esperando volver a mi lado. Me incliné para alcanzar tus brazos y no dejarte huír pero sobre todo para, por última vez en vida, olerte y tenerte junto a mí.
No puedo con las despedidas, pero en un grado exagerado. Ni cuando va uno por pan. Necesito estar siempre abrazada casi en sentido literal. Las despedidas me dan mucha inseguridad.
Magia y belleza en tus letras. Saludos!
Gracias por aparecer, saludos
Yo intento soñar con una sóla despedida, la despedida de la que disfrutaré.
¡Bello!
Un saludo desde mi Isla atlántica de Tenerife.
Hola Chojesús,
gracias por tu visita.
La mejor despedida es a la que bien te refieres, partir en gloria; la peor despedida es decir adiós a algo que mantienes cerca pero inalcanzable.
Siénte libre de pasear por este lugar.
Saludos