Empecé deseando tu partida
porque en el fondo quería que te quedaras…
Siempre lo supiste, nunca fué mi deseo;
aún así y sobre eso, supliqué, luché y esperé…
tú no lo hiciste, siempre lo imaginé.
Actué premeditadamente y lo acepto;
pero de esa forma, intenté alargar el tiempo
buscar más vida y con ello más estancia,
simplemente ¡fallé de nuevo!
Y aquí y ahora, ¿qué queda ahora?
respondo: tu vida y mi sufrimiento…
Sigue adelante, vive y vibra;
¡goza, ríe y disfruta!
conserva, como antes, lo que tienes;
por mi lado… en mí y en mi dolor,
desgraciadamente,
ayer empecé a olvidar
a qué saben tus besos.
(en la serie automatismos diarios)
😦