Dijiste hasta mañana y después desapareciste…
Ha sido una larga noche de estrellas de espera y penumbras solitarias, simplemente una velada de búsquedas y pensamientos. Ese “hasta mañana” y este mañana no son los mismos, son días de encuentro y muerte, y quisiera desear fuesen de ternura y vida.
Ayer, sí, hace unas cuantas horas, no fuí capaz de decirlo pero al menos lo escribí y, al final, es como si en verdad lo hubiese dicho; acción directa y potente; súplica imponente. Estoy seguro que mis letras llegan a tí e incluso que las sueñas, que vuelan más allá de tus ojos y tus oídos y se encajan en tu mente y reverberan en tu alma. Me lees, lo sé perfecto… pues con premeditación y alevosía he dejado migas de pan en el camino: cada una de esas frases.
¿Lo ves? ahora estás más cerca que antes y no lo notas, encarnada muy en el fondo, ahí donde te guardo.
Te he atraído a mí pacientemente
Contesté hasta mañana y ahí permanecí…
Noche inmóvil y humeda, temblando por miedo a alejarte; por angustia a perderte y por deseo de hartarte con mis besos y caricias, este mío conflicto. Y dentro mi delirio, y sin inmutarse, mi orgullosa pluma comenzó a moverse gritando, trazando y llorando; y ahí mismo comencé a entonar oraciones de súplica al cielo.
¿Lo notas? creo que lo imaginas….
Anoche escribí y no lloré, qué extraño.
Y en la noche entre ayer y hoy, en esa pequeña distancia, cerramos los ojos al unísono y entonamos una canción de sueños; iluminamos, con la melodía, el camino que nos separa y entregamos nuestras fuerzas y debilidades a la Luna; único testigo de nuestra desesperante espera.
Dame tu mano y ponla en mi pecho… ¿Lo sientes? es lo que tengo adentro…
Ya hoy es ese mañana y hoy es el día, abre tus ojos, ven a mí y mírame. Lo diré sin escribirlo esperando que las palabras se las lleve el viento, que no lleguen a tus sentidos pero que toquen tus entrañas. Lo diré abiertamente y sin reparos esperando tu rechazo pero, muy en mis sueños, añorando un abrazo que me haga sentir que no he muerto y que seguiré estando vivo…
(en la serie automatismos diarios)
pero no, en su corazón, muerto. Y yo también.