(ese, esa)
Éste es un canto de distancia, porvenires construídos, soledad implicante; honestidad esperada y caricias dadas; canción de alborada; escucha que incita a producir, obliga a generar.
Ésta es mi timidez que, cómo todas las mañanas, me esconde al mirarte, que suspira con recuerdos y futuros, que subyace en verdades; aquella que, calladamente, pide paciencia con humildad.
Esas son las obstinadas esperas que subsisten; mantienen deseos incluso en ausencias; suplican caricias y besos; lastiman y sanan; las que preguntan insistente y constantemente ¿cuándo vendras?
Ese es mi yo que, recientemente, se manifiesta tal cual; sin embozos, con brazos abiertos, cristalino; que llora de alegria y perece en tristezas; se desespera al romper del alba pero se muestra en calma.
Esa es la verdad y la realidad, la angustiosa necesidad de ser amado aún con la distancia y las circunstancias; el impulso irresistible de ser integrado y expresar abiertamente lo que está por dentro.
Eso es lo que me ilusiona y me hiere, aquello que me da fuerza y me atrae; me hunde y mantiene al frente cuando necesito paz; flechas y pinceles que de rojo tiñen mi espíritu y todo por tener que callar.
Esos son los versos que reflejan mi sentir: alegrías y desesperanzas; dolor y paz; impaciencia e impotencia; estrofas que surgen de la nada y pretenden hacer reaccionar o al menos salvar.
Ésto es lo que simplemente quería decir, de frente, honesto; palabras que salen de mi mente y vuelan, que letras se vuelven e intentan vivir, que se quedan en papel y no desaparecen jamás.
Presencio desde el llano y, a lo lejos, te leo. Gracias por seguir escribiendo.