Ha sido la última noche y el último abrazo. En tu piel me he quebrado en llanto, en zozobra, pero me mantengo fuerte, en pié, así como te gusta saberme. Son tiempos de cambio pero también de desesperanza al no saber qué vendrá ahora; qué vendrá mañana; si te quedarás, si me quedaré en tu vida o sólo en tu memoria. Ya nada da igual pues te llevo en mi boca y en mis diarias entregas; en mis palabras y frases; en mis ojos, en mi vida, en general, en mi completa existencia. Nada cambia, todo avanza y en esta declaración quisiera darte el último beso para guardar tu espíritu y tu aliento, llevarte conmigo en mi viaje y asegurarme que me regresarás a salvo. Ahora pregunto ¿ha sido la última noche, el último abrazo y los últimos besos? No lo sabemos. Personalmente, lo podré realizar hasta el momento en que, de nuevo, mis ojos se abran y despierte a un nuevo existir; si te miraré a mi lado o simplemente fué ilusorio. Abierto en pecho me muestro tal cual soy, abierto en pecho extraigo y te entrego, literal, mi corazón.
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