Siete

 

 

Coincidencias.

Hoy, ¡sí! hoy, que es un día de ésos que se cuentan y permanecen en el corazón, recibí la noticia, o tal vez la generé, de poder abandonar el infierno en el cual estuve sumergido por tanto tiempo. Salí temprano con ganas de preparar todo para una sopresa ofrecer, simplemente por que me gusta su cara al sorprenderle, sencillamente por que adoro el brillo de su mirada al descubrir mis secretos preparados, definitivamente por que, aunque ella no lo crea o no lo quiera ver, le amo sobre todas las cosas y deseo mantenerle cerca, más cerca, como todos estos siete meses.

 

Camino.

A pesar de mi debilidad, de mi dolor, avancé con pasos lentos, firmes y pausados. Decidido a volver a construír lo que se fué quedando en entre tubos y colchones; entre lágrimas y palabras; entre depresión y falta. La sola ídea de iluminar su cara al mirarme de nuevo en pié me motivó aún más para llegar a mi destino. Ese lugar que, semanas atrás, fué el testigo de nuestro compromiso. Pícaramente sonreí… Me mantuve escondido como un niño travieso suplicando a los paseantes mantener mi secreto por algunas cuantas horas, hasta antes de dormirle. Me gusta hacerlo así, “antes de dormirle” puesto que la velada previa al sueño es el mejor momento para ofrecer sopresas, es cuando el cuerpo se relaja y la mente vuela; es un tiempo que se detiene y las distancias se acortan; se establecen vínculos al silencio y se ofrecen besos sin palabras…son momentos, nuestros momentos, en los cuales nos pertenecemos.

 

Ofrenda.

Cuando se vive sólo por años en el mismo lugar te acostumbras a la disposición de las cosas y, a su vez, notas cualquier cambio que no haya sido realizado personalmente. Así que, sorpresa fué la mía al llegar a nuestro recinto y observar que el espacio, que el polvo ocupaba, fué substituído por una cantidad indescriptible de detalles. Un detalle es la muestra de un tiempo personal ofrecido; es cuando uno decide regalar un pedacito de vida a otra persona; es una ofrenda de amor correspondido. Me senté y lloré como un niño, lloré por su falta pero también de alegría; lloré por extrañar sus besos pero también de agradecimiento ante ese tiempo ofrecido; lloré por que salí del infierno y regresé a sus lejanas caricias; lloré constantemente hasta que pude limpiar el polvo que se fué acumulando en nuestra ausencia, tras su partida y sobre todo tras mi venida.

Al día de hoy van siete de los muchos más que a tu lado, si me lo permites, pienso pasar…

About Toto

SImple, entregado, fiel y melancólico. Neurótico desde el punto de vista analítico y psicótico en sueños y escritos. Vomitivo por las mañanas y sufriente por las noches. Así soy yo...
Esta entrada fue publicada en Automatísmos diarios. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s