Entre el temblor y el tímido sudor el calor me reconforta, percibo tu tersura en esa simple caricia. Es como si la vida se detuviera ante tu mirada y como si cada momento fuese una cura a mi alma. Tiempo atrás lo experimenté y ahora que lo he repetido me produce recuerdos y, a la vez, emociones nuevas, los años pasan pero el sentimiento ha permanecido y sigue permaneciendo en el corazón.
Y entre el nerviosismo y mi voz cortada la finura de tu piel me estremece, observo nuestras necesidades. Estos últimos días han sido significativos, producto de miradas cercanas hemos andado como en aquellos tiempos en que soñábamos con futuros; hemos completado esperas, instaurado tiempos y producido momentos; generando circunstancias…simplemente contemplando la vida.
A pesar de infortunios entre miradas, dedos cruzados y silencios pausados ese simple gesto, ese leve retroceso de dedos alimenta mi espíritu e incrementa mis sueños. Un futuro se va develando, los sentimientos permanecen aflorando, nuestra piel se recarga de tacto y el discreto momento de uniones complementa mi existir. Y así, andando, de la mano he comenzado, nuevamente, a vivir.