De mañana, el mar se alejó pero no para siempre,
fué la resaca, la larga resolana matutina.
Arena en mi dedos, esperanza de vuelta…
miradas al horizonte.
Más allá de la vista se encuentra la confianza…
esa virtud donde se espera que «Aquel»
dé los bienes que ha prometido.
Por mi parte ¡He cumplido!, sabes bien a lo que me refiero.
El agua regresa, la arena se humedece, se llena el cauce.
Permanezco en pié y con la mirada constante
intento alcanzar lo que se encuentra del otro lado.
Divisar, esa es la palabra correcta.
Me hundo, me sumerjo… no temo;
me abrazan las olas, me arrullan…¡me lleno de mar!
Lo soñé, esperé, lo he deseado pero sobre todo rezado…
está de regreso y me lo ofrecen de nuevo,
está finalmente aquí…
¡esta vez no lo dejaré ir!
(en la serie automatísmos diarios)