Nunca imaginé ser sobrepasado en obstinación,
más tampoco pensé que la entrega se apreciara de nuevo,
menos aún ser incluído y valorado en decisiones.
Fue práctico y “veloz”, como es costumbre,
me envolvió e incauto me dejé abrazar;
lo necesitaba y lo tuve… paz ahora, calma en mar.
Ha sido coherente y espero sea productivo
lo acepté sin siquiera analizarlo, me dejé llevar.
Lo sabemos y en el fondo lo deseamos,
son esas miradas las que, sin pereza, me incitan ceder.
Una súplica: sin malicia tomar la senda arbolada a la par.
Cándido, de color de nieve, rojo pasional
mi cuerpo es presa de tus designios y prioridades
debo hacerlo, no obstante no puedo luchar,
estoy atado, indefenso e inmóvil.
Lo lograste… estoy aquí arrodillado frente a tu imagen… ¡adorar!
Al principio ideas largas y vagas, al final zozobra y desesperanza:
acabemos con esto de una vez y por favor déjate amar.
(en la serie automatísmos diarios)