Recibo el mensaje, ha sido claro, preciso y contundente
se aceptó la propuesta, eso infiero.
Permitir que el mar se retire y tras su partida
se descubra el lodo que subyace;
fango de vida, constante y remanente
gritando la falta de esa proteccion marítima.
Sabía desde el principio que no había nada que arreglar,
todo ha estado en su lugar, en orden y con cierta calma;
era cuestión de engañar mi intelecto creando ficciones
donde no las hay, donde nunca las hubo y no las habrá.
Aguas bajas, légamo encrispado, sol sofocante resecando el lodo,
tierra que se contrae y se resquebraja con cada latido… con cada suspiro
que tiene sed y no encuentra olas con que satisfacerse.
No se entiende, no es necesario hacerlo, sistemáticamente se revela
tu silencio es un argumento claro, perfecto y puntual…
lo supuse en mi terquedad: la única pertenencia real es ajena.
Al final, como siempre, y para otro comienzo sólo un deseo tengo:
una nueva marea que se acerque a permear e hidratar, lo que el sol secó,
que venga a resarcir todo aquello que con tu ausencia se quebró.
(en la serie automatísmos diarios)