¡Silencio!, ¡presta atención! ¿oyes?
Escucha a la calma quebrantando nuestro espacio;
viento cálido que acaricia el entorno;
súplicas recibidas y nuevas actitudes.
Percibe lo callado de mis gritos,
el silencio de mi voz,
mediante ruego, o instancia, en la obscuridad.
Recibe la ausencia de mis brazos,
cual síntoma de locura,
fundidos en un abrazo en la distancia.
Siente cómo mi espíritu se revela contra el destino,
sin más cansancio avanza acelerado
busca llegar, al instante, hasta tus esperanzas.
Algo en el ambiente está murmurando,
habla de nosotros, profiere rezos sin religión
musita sin Dios y es escuchado.
¡Silencio!, ¡presta atención! ¿oyes?
soy yo quien está hablando…
ante tu bella mirada, hoy, he venido a confesarme.
(en la serie automatismos diarios)