Colocar los sentimientos, indefinidamente,
en el lugar adecuado es responsabilidad de cada persona…
sin embargo, ¡no lo es para mí!
Con tu presencia, o sin ella, sigo pensándote,
idealizando, creando y plasmando… “gerundios” de garra y desesperación;
inevitablemente, y por fortuna, almacené tu imagen años atrás cuando podíamos soñar,
hoy es mi realidad lejana producto de mis necesidades elevadas al cuadrado.
Irresponsablemente he decidido desangrarme,
lloriquear y dejarme asesinar por tus letras, multiplicarme por cero;
por última instancia es lo único que me produce felicidad.
Un principio, un final y un nuevo comienzo,
“circulaciones” constantes, complementos dialécticos:
entrega y recibimiento parcial, ¡no temas! ofrezco más de lo que tengo…
simplemente doy más de lo que recibo y, en realidad, de lo que merezco.
Es muy difícil dejarse ir
y que cada “pasión” tome el lugar que le corresponde,
que se sienta cómoda y contemple nuestra unión…
precisamente ésto es lo que la vehemencia debería hacer.
Mátame o permíteme hacérmelo,
debería dejarme morir mil veces y una más seguidas hasta que comprendas
que eres mucho más que un capricho, mucho más que un simple deseo.
(en la serie automatismos diarios)
Bravo: me ha encantado el final.
Gracias por tu comentario, saludos