Una razón de vida podría ser la misma razón de muerte la diferencia radica en la sinceridad y en la presencia.
De igual forma, y como lo veo ahora,
ambos fundamentos están al mismo nivel,
discrepando del sentido y cosechando dualismos;
incrementado el dolor y estimulando la podredumbre;
generando, corrigiendo y desmotivando; simplemente matando.
Bajo mi triste mirada se proyectaron momentos tersos,
desvalorados y suceptibles al despecho… simple mendacidad.
Cuando el impulso decrementa, la vida va frenando suspiros y,
de ésta manera, con sus chillidos, alcanzó a trastornar mi devenir;
sigue mermando mis deseos y consuela con fricciones insanas;
continúa espantando mis sueños y esperanzas: sí, sin duda ésto es para tí.
Una realidad que pudo ser entendida como un proceso vital y,
que ahora después de lo interpretado, se opone totalmente a llegar a “ser”.
Lo que fué un todo, me doy cuenta que, finalmente vale nada,
independientemente de su constante existencia y provisión;
habita: ¡lo sé perfectamente! y sin más intenta quedarse;
no debo permitirlo, pesa en demasía y ya no puedo con la carga.
A partir de ahora, y más que antes, me comprometo a olvidar
arrancarte de mi piel a cuchilladas y dolerme en el acto
“sangrar de tí” y liberarte de esta forma a falta de más lágrimas;
“sangrar por tí” como debí haberlo hecho cuando podía llorar;
total liberación de estas dos razones: tu sombra y tu existir.
Deseo perder el miedo a olvidar y a vivir despojado de caricias,
aspiro a despreciar dependencias, cosechando odios e inapetencias;
lo digo abierto: aléjense aquellos que no estén preparados:
¡Yo, ahora lo estoy! acércate muerte y al instante ¡vayamos al diablo!
Una razón de muerte ha sido la misma razón de vida, un ciclo constante y repetitivo; la diferencia radicó en el momento en el cual deseé escapar.
(en la serie automatismos diarios)
Mil besos para ti.