Me es tan difícil entender que, tal vez en algún tiempo y a través de su sentir, aún existan personas caminando de la mano mirando hacia la inmensidad.
Comprendo, sin embargo, que la facilidad con la que se describe tu silueta haya sido mi único camino para hallarme incluído en la eternidad y ser, ahí mismo, rescatado.
Perfil definido por tus labios temblantes, ajorca ajustada sin esperanza que, incluida, permanece sin perecer; tierra flanqueada por cuatro cabezas de rey moro, de sable y encintadas de plata… tanto así como tu gloriosa belleza.
Ven, vayamos andando, acércate y pongámonos en marcha; el horizonte nos espera y una vida aclama.
Ésta vez, creo que perder fué más difícil que el doloroso momento de empezar a caminar; aún más, sólo esta vez fué mucho más difícil que intentar ganar.
(en la serie automatismos diarios)