¿Soñé? o tal vez en verdad te abracé
tiernamente percibí tu piel,
olí tu sudor a cama y tu bello sueño;
surgiendo en mi mente deseos,
impulsos de viento;
y te imaginé como te ví:
modorra.
¿Dormido? tal cuál te miré
y mientras dormías
mis suspiros en silencio
te amaron, escucharon tu aliento;
vibré nuevamente, uva y caña.
¿Vivo? Si,
tu piel clara y ojos negros
han respondido.
Hoy, a tu lado, estoy y te amo e,
independientemente de la tristeza,
pruebo de nuevo tus labios y a noche me saben,
y miel fluye en mis pies, en mis brazos.
Dulce sonrisa sureña, mirada vibrante;
mis manos suspiran, mi alma perece
y tus caricias mantienen mi existir…
(en la serie automatismos “diarios”)