A partir de ayer, en cada momento y donde quiera que te encuentres, si quieres saber de mí, solo cierra los ojos con ese deseo tuyo que te caracteriza; voltea tu cara al cielo, percibe la brisa y el calor del sol, suspira profundo, ilumina tu vida. Abre los párpados, muy despacio; así… con calma; así… sin prisas, cuidándote del deslumbro, cuidando tus retinas y, cuando estés lista, busca las nubes, aprecia su color y su contraste con el azul del cielo; observa detenidamente e intenta identificar las formas, checa y busca el sentido; lee el mensaje que he dejado en la distancia, para tí.

A partir de ahora será una señal diaria desde mi alma, desde mi vaga imaginación; cambiando las reglas y espacios, subsistiendo en el horizonte, llenando vacios; sobreviviendo a tormentas y, sobre todo, a desenfrenos. Éso que lees, aquello que leerás lo he escrito con el corazón, con mi esperanza, con mis ansias de tenerte cerca; con mis ganas de decirlo de frente, en persona, a tu oído; palabras suspiradas. Será un te amo sincero, al diario y eterno; mi imagen desde el infinito, besos lejanos pero completos.

A partir de hoy estaré a cada momento a tu lado desde allá y desde acá, desde la altura, desde lo lejos, en mis cercanías. Intentaré marcar lo que siento, jugando con las nubes, con el vapor y su cuerpo; creando en ellas… hablando con ellas… expresando a través de ellas… escribiendo automáticamente por ellas….

A partir de aquí un nuevo automatismo, por siempre, por tí… plasmando, para siempre y para tí…