Con una sonrisa franca, confieso: Sí, lo acepto… soy muy mal escritor.
Aún más, escribir no es lo único en lo que soy «mal hecho» tengo muchas otras fallas,
teclear letras es el más simple de mis defectos.
Alguien no puede ser considerado escritor si lo que hace es sentarse y vomitar palabras,
exactamente eso es lo que yo realizo, lo que más deseo hacer.
No quiero empatías, no las acepto…
Una catarsis del pensamiento, intensa y sin dirección…
una flecha sin control disparada al azar.
Me enorgullezco de mis faltas y me averguenzo de mis virtudes, no es necesario ser divino.
En la espera seguiré escupiendo trozos de vida y observar como, mágicamente, se convierten en palabras…
Esto es lo que hago y al final: éste soy yo!
(en la serie automatísmos diarios)